martes, 24 de junio de 2008

El pensamiento propio como ideología.


Las ideologías están inventadas, son un camino prefijado, basadas en escritos y conclusiones que poco o nada tuvieron o han tenido que ver contigo.

Las ideologías son como la mayoría de los partidos u organizaciones. Tienen a los ideólogos/as y a quien las sigue. Las ideologías no están adaptadas a ti, sino que eres tú la que se adapta a ellas.

Tus conclusiones como persona no pueden contradecir a las ideas centrales, tan solo variar dentro de las múltiples corrientes. Por ejemplo, si eres marxista tus conclusiones variaran desde si ves al partido con buenos ojos (leninista, troskista, stalinista, maoísta) o no (luxemburguista, consejista, autonomista) y así un largo etcétera. En el caso del anarquismo lo mismo, si crees en la propiedad privada del individuo (mutualista), o si piensas que cada persona debe recibir según su esfuerzo (colectivista) o lo que necesita (comunista). Y así un largo listado, como rechazar toda violencia o no, querer destruir el poder o verlo como una parte de nosotras mismas, etc.

La gracia de todo esto está en que nosotros mismas nos negamos el derecho a la contradicción, caemos en dogmatismos y en sectarismos. Nos convertimos en autoritarias y eso hace que seamos nuestras propias enemigas.

¡Las ideologías no nos dejan pensar!

No es contradictorio ser pacifista y ver en la violencia una herramienta más, no es contradictorio apoyar la autonomía del individuo y a la vez la del pueblo. ¡Las ideas deben venir de nuestras propias conclusiones y no al revés!

No debemos auto-encerrarnos en ideas prefijadas. Como decía Fuster “reclama el teu dret a cambiar d´opinió”.

La no ideología, es la idea del futuro, la idea del debate, la herramienta más útil de pensamiento. Son las ideas las que han movido el mundo, la historia.

Olvidémonos de la vieja dialéctica del siglo XIX. Renovemos, creemos ideas, saquemos conclusiones propias. La verdad no la tienen las antiguas pensadoras ¡Ni siquiera las grandes! Simplemente son ideas, son sus propias conclusiones. Ellos y ellas sí que lo hicieron, pensaron. Vivieron su vida, y partiendo de la realidad del momento se hicieron a si mismos y mismas. Vieron el mundo, intentaron comprenderlo y a partir de ahí sugirieron formas de transformarlo. No estoy hablando de dejar de leerlos y leerlas, nos pueden ayudar y mucho. Estoy hablando de no dogmatizarlos, que quede claro que hay cosas que no habríamos pensado si no hubiésemos leído a grandes autores y autoras. De lo que estoy hablando es de que la persona revolucionaria debe aprender a ser filosofa y eso implica el pensamiento propio.

Dejemos ya de idolatrar a antiguas líderes y pensadoras. Cada persona vive una realidad distinta, unos hechos que la llevan a situaciones que nada tienen que ver con la de los demás, por lo tanto sus experiencias la deben llevar a diversas conclusiones.

En el pensamiento propio estás las respuestas. No las busques en Marx, Bakunin, Lenin o Durruti. Crealas. Se consciente de lo que hay a tu alrededor y busca soluciones. Ahí reside el pueblo, en la diversidad de sus gentes. Y nunca en la homogeneaización


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