domingo, 10 de agosto de 2008

Bajarse del mundo, subirse a la ventana

Bajarse del mundo, subirse a la ventana

En mi ventana las cosas son distintas.
Realmente distintas. Cómo bajarse del mundo estando subido en él? Dejando la mente en blanco.
Inhalas. Inhalas humo con sabor caracteristico, con un olor diferente. Esa calada que te transporta ha otro lugar, esa calada que te hace bajarte del tren de la civilización y te deja justo donde quieres estar. Y lo expulsas, lo dejas ir porque dentro de ti se ahoga, se siente encerrado. Es como el preso dentro de una celda, como el pajaro dentro de su jaula, que solo quiere volar. Volar y no volver nunca más con su opresor. Quiere y desea estar en sintonia con su madre tierra, notar sus vibraciones y vivir por ella. El humo no te pertenece, pertenece al viento. El mismo que te da en la cara y te recuerda que la vida es tan magica y misteriosa que merece ser vivida. Es el mismo aire que hace funcionar los viejos pulmones de este planeta. El mismo aire, que ha pesar de estar contaminado, te da vida. Pero el aire tampoco te pertenece, el también quiere ser libre, pero es tan sabio que te esclaviza y lo necesitas para vivir. Él te da una tregua; te da vida, si lo dejas escapar. Y si lo dejas escapar volvera a llenar tus pulmones de vida.
E inhalas, y entre la oscuridad observas las demás personas como atrapadas en sus estrictos horarios mantienen pequeños segundos de vida con sus familiares, a pesar de saber que no se quieren ver. Ellos nunca sabrán los momentos casi orgasmiscos que se pueden llegar a vivir en una tránquila noche de verano sin necesidad de compañia. Y se acaba. Se acaba esa pequeña sustancia que te ha hecho vivir con tranquilidad, como si nada estubiese pasando a tu alrededor y el genocido capitalista se hubiese parado solo para tí. Para que disfrutes. En ningún momento has pisado la hierba, ni un bosque, ni una playa nocturna. pero te da la sensación de a ver estado en sitonia con la naturaleza, de a ver respirado un aire limpio, libre, un aire de libertad.
Te ha gustando tanto ese trocito de vida que le has robado a la megamáquina, que decides alargarlo un poco más, en la oscuridad de tu habitación, asomado a tu ventana. Mientras la gente vive sus roles. Tu estás viviendo tu vida.
Miras el reloj y te das cuenta de que no ha pasado apenas tiempo, llega la compañia y te transportan a la realidad. Pero ya pasado el golpe de vida comprendes, entre drogas digitales, que has pasado uno de los mejores momentos de tu vida.

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